Pequeños asesinos: A la sombra del cambio climático.


   Se nos bombardea continuamente con noticias que hacen referencia de una manera u otra al cambio climático. Lluvias torrenciales, los polos derritiéndose y una larga lista, pero poco se habla de los colonos que trae consigo, unos “inquilinos” bastante peligrosos e invisibles. Si bien es cierto que no se habla mucho de las enfermedades infecciosas excepto cuando hay brotes como el Ébola (2015) o los casos de Listeriosis (verano del 2019), no debemos ignorar quepor el simple hecho de que no salga en los medios sigue las enfermedades infecciosas siguen al pie del cañón, dando guerra de tal manera que se encabezan en unas de las principales causas de mortalidad según la Organización Mundial de la Salud (OMS). 

   Hasta aquí podemos preguntarnos: ¿Y qué tiene que ver el cambio climático? Enfermedades como la malaria, el dengue o muchas otras que son endémicas de otros países pueden variar y extenderse en otras regiones. ¿Por qué? Para tratar de entender las enfermedades infecciosas hemos de tener en cuenta tres factores que suelen ser la base de la mayoría de estas: El patógeno (un organismo dañino, tales como bacterias, virus), el huésped (el animal o persona donde el patógeno se hospeda, o vector) y un ambiente adecuado que le permita al microorganismo transmitirse. Estos tres elementos se combinan para garantizar que el patógeno siga su ciclo vital. En este caso nos centraremos principalmente en el último, el ambiente. El ambiente juega un papel importante y necesario ya que de este depende la supervivencia, reproducción, distribución y transmisión de la
enfermedad, los vectores y huéspedes.
Teniendo en cuenta que muchas afecciones como la malaria se transmiten a través de un vector (animales como mosquitos, ratas, pulgas, etcétera), el hecho de que el ambiente se altere influye directamente favoreciendo o no las condiciones idóneas para la supervivencia de estos vectores. Además, otras enfermedades que no necesitan ningún vector como la salmonelosis o el cólera se estima que pueden aumentar los brotes debido a temperaturas elevadas o incluso por inundaciones.

   Por lo tanto, los cambios en el clima suele causar impacto en los anteriores casos. Es por esto por lo que el fenómeno del cambio climático supone un gran riesgo para nuestra salud y la de otras especies al conllevar una redistribución de estas enfermedades. Como ejemplo de este hecho vamos a analizar distintos sucesos climáticos y sus consecuencias brevemente. Durante el Niño (1988) y la Niña (1999), fenómenos climáticos que suele darse en zonas ecuatoriales e intertropicales, siendo el Niño una fase caracterizada por ser cálida mientras que la Niña suele ser una fase fría, se registraron que la tasa de contraer diarrea por enfermedad infecciosa aumentó. El investigador Haines y Patz descubrieron que brotes de malaria estaban conectados con el incidente del Niño. Otros autores como Reacher y Epstein resaltan también que las inundaciones y los huracanes han contribuido positivamente a la propagación de enfermedades infecciosas.

   ¿Podemos enfrentarlo? Eso ya está en nuestra mano.
Siempre habrán fenómenos que no podemos controlar por ser propios del clima como riadas, huracanes o ciclones que harán sus estragos en cuanto a enfermedades infecciosas, sobre todo en países en vías de desarrollo; pero sin duda sí que podemos intervenir para evitar los grandes cambios del cambio climático y que no nos suene más esa frase que ahora nos es tan familiar, “el tiempo está loco”.

Bibliografía:

WU, X., LU, Y., ZHOU, S., CHEN, L. and XU, B., 2016. Impact of climate change on human
infectious diseases: Empirical evidence and human adaptation. Environment International, 86:
14-23.

Website oficial de la OMS. 

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